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Sebreli, el tiempo de una vida

octubre 7, 2007

“Nací en el barrio sur de la ciudad de Buenos Aires el 3 de noviembre de 1930, en una familia de clase media baja de origen proletario”, así comienza su biografía Sebreli, su último libro publicado “El tiempo de una vida” (2005).
Juan José Sebreli, sociólogo, marcó un destacado espacio en la polémica intelectual de la década del sesenta, cuando publicó en 1964 “Buenos Aires, vida cotidiana y alienación”. Ensayista de temas históricos y crítica literaria, ha desarrollado también su pensamiento sobre la denominada modernidad ( “El asedio a la modernidad”, 1991).

sebreli

 

Durante la dictadura militar dirigió grupos de estudio que se dieron en llamar la “universidad de las sombras”.
Intervino en Sur y Contorno, las dos revistas culturales más importantes de su tiempo y formó parte del primer grupo existencialista de Buenos Aires.
Además de las nombradas, entre sus obras destacan Martínez Estrada, una rebelión inútil (1960), Mar de Plata, el ocio represivo (1970), Los deseos imaginarios del peronismo (1983), La saga de los Anchorena (1985), Las señales de la memoria (1987), El vacilar de las cosas (1994), Escritos sobre escritos, ciudades bajo ciudades (1997), La era del fútbol (1998) y Critica de las Ideas Políticas Argentinas.


Dialogamos con Sebreli en Córdoba. Puntualmente espera en el lobby del hotel al periodista y a pesar de sus años, se lo nota entusiasta por mirar la Ciudad como un visitante cualquiera, ansioso por pasear por las calles cercanas al Montserrat antes de regresar a Capital Federal.


La charla comienza sobre su último libro, que es su biografía.

– Usted habla de la importancia de las biografías, aún en vidas no espectaculares.

 


– Claro, es un testimonio histórico que queda para generaciones posteriores, que no puede encontrarse ni en la sociología, ni en la historia y frecuentemente, ni siquiera en la literatura. Todos esos acontecimientos efímeros, pasajeros, de la vida cotidiana, que en general se consideran sin importancia, adquieren con el tiempo un verdadero significado histórico, porque muestran cómo vivían las masas anónimas, los personajes que no jugaron un papel relevante en determinada época. Esa es la importancia de las autobiografías, las memorias. Es el rescate del tiempo perdido.

Sebreli nos recuerda en su libro que el género de las memorias y autobiografías ha sido cultivado por las clases altas que recuerdan una infancia dorada de mansiones y jardines. “Son escasas, dice, las autobiografías de familias de inmigrantes de clases populares, como si éstas se hubieran resignado al papel de masas anónimas y aceptado el protagonismo de las clases altas.”

 

– Supongo que su excelente memoria le ha favorecido para escribir su biografía.

 


– Sí, tengo bastante memoria para los detalles, memoria visual, sobre todo me gusta reconstruir ambientes, climas, atmósferas de mi ciudad, de determinados barrios, de las casas que han cambiado enormemente desde que yo era chico hasta ahora. Todo ha cambiado tanto, que parece la arqueología de un mundo perdido, de un mundo completamente olvidado. Eso es el interés que puede tener para la gente de mis generaciones, es un espejo que les recuerda sus propias vidas. A las nuevas generaciones se les muestra un mundo completamente desconocido.


En “Crítica de las ideas políticas argentinas”, Sebreli habla de un país promisorio que llega hasta los treinta y a partir de entonces, la decadencia. En ese libro enfrenta temas como el liberalismo conservador, el nacionalismo, el radicalismo, el militarismo, la izquierda.


En la actualidad, en numerosas oportunidades habla del grave problema existente en Argentina con el monopolio del partido único, según lo define.

 

– Cuando le preguntan sobre el país, usted responde que el país está a la deriva.

 


– El país tuvo un modelo económico exitoso por un cúmulo de circunstancias muy precisas desde 1890 hasta aproximadamente la Segunda Guerra Mundial, que fue el modelo agro-exportador. Las condiciones que hicieron el éxito de ese modelo desaparecieron del mundo y desde entonces, la Argentina no ha sabido encontrar un modelo sustitutivo, ha ido a los tumbos, con borradores, con ensayos, pero todavía hoy no ha encontrado un modelo económico que debería agro-industrial, con capacidad exportadora. Es decir, no tenemos qué vender; le doy un ejemplo, vivimos dependientes de la soja, pero eso es algo muy pasajero, depende del precio en un mercado que sabemos muy fluctuante. Un modelo moderno, adecuado a la sociedad actual, no lo hemos logrado aún.

 

-Y un modelo político, tampoco.


– Tampoco, por supuesto, el fracaso político también viene de largo plazo. Desde el comienzo, desde el primer sufragio universal que hubo en 1916, ya fracasa, porque uno de los partidos, que era el Partido Conservador, no logra constituirse como partido nacional, que sería el partido que representaba a la clase económicamente dominante; por lo tanto, esa clase se ve representada en los golpes militares, tal como ocurrió 15 años después del primer sufragio, y desde entonces durante cuarenta años el ciclo militar fue lo predominante.


Por otra parte, el único partido que quedó que era el Irigoyenismo, un partido que se definía a sí mismo como movimiento y no como partido, como expresión del pueblo y de la Nación en su totalidad; por lo tanto, no admitía al adversario, a la oposición. Esto será exacerbado enormemente con el Peronismo. Por lo tanto, la sociedad argentina hasta el año 83 -cuando nuevamente se intenta un sistema de partidos- ha sido representada por corporaciones que se mantienen actualmente en el poder.


Sebreli ha escrito en extenso sobre la modernidad. Hace una crítica al “relativismo en el tiempo” o “historicismo” que parte de la idea que no existe nada más allá de la historia humana. Por ende, no hay verdades absolutas. Todos los valores son relativos a su tiempo y a sus circunstancias; sin embargo, está demostrado que existen ciertas leyes en el devenir de la humanidad, sostiene que es cierto que el pasado fue y no se puede cambiar, pero el futuro es contingente y agrega que “la historia es una combinación de causalidad, azar y libertad humana, es la obra de hombres y mujeres”. Precisamente, el sentido de la historia reside en no tenerlo desde el principio. Sólo así el conocimiento, la acción, el trabajo y las luchas de la humanidad adquieren un significado.


– ¿Está trabajando sobre un próximo libro?


– Estoy trabajando sobre un libro que será como la tercera parte, yo tengo dos libros que se refieren al debate sobre la modernidad, el Asedio a la modernidad lo tomo desde una perspectiva histórica y social y Las aventuras de la Vanguardia, lo tomo desde el punto de vista del arte, y ahora lo voy a tomar desde el punto de vista de la filosofía. Tal vez el título sería La filosofía en el callejón.

FTE: sitiocooperativo.com

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«Google» por Jacques-Alain Miller

octubre 7, 2007

Jacques-Alain_Miller

 

Google es la araña en la Tela. Asegura una metafunción: la de saber donde está el saber. Dios no responde; Google, siempre, inmediatamente. Le dirigimos una señal sin sintaxis, con una parcimonia extrema; un clic, y …bingo! viene la catarata: el blanco ostentoso de la página se ennegrece súbitamente, el vacío se invierte en profusión, lo conciso en logorrea. Siempre que tiramos ganamos.

 

google - miller

Organizando la Enorme Cantidad, Google obedece a un tropismo totalitario, glotón y digestivo. De allí el proyecto de escanear a todos los libros; de allí los raids sobre todos los archivos: cine, televisión, prensa; más allá, el blanco lógico de la googleización, es el universo entero: Confíale tu desorden documentario y él pondrá cada cosa en su lugar – y a tí mismo además, que no será ya, y para la eternidad, más que la suma de tus clics. Google, «Big Brother?»Cómo no pensarlo? De allí la necesidad para él de plantear como axioma su bondad profunda. Es malo? Lo que es seguro, es que es necio. Si las respuestas abundan en la pantalla, es porque comprende de través. La señal inicial está hecha de palabras, y una palabra no tiene un solo sentido. Por lo tanto el sentido escapa a Google, que cifre, pero no descifra. Es la palabra en su materialidad estúpida lo que memoriza. Por lo tanto,siempre te toca a tí encontrar en el cúmulo de los resultados la aguja de aquello que produce sentido para tí.

 

miller

Google sería inteligente si pudiéramos coumputar las significaciones. Pero no podemos. Tal Sanson segado, como un ciego ,Google girará su rueda hasta el fin de los tiempos.

 

Jacques-Alain Miller

 

Traducción: Silvia Baudini

(De)generación digital

octubre 2, 2007

(De)generación digital

por Fredy Massad y Alicia Guerrero Yeste, publicado en el Suplemento ABC de las Artes y las Letras.

 

degeneracion digital - psikeba

 

Se tiende a comprender el tiempo de la sociedad de la información como el de la frivolización de las ideas. La pátina de lo tecnológico y la aceleración de los procesos de comunicación han promovido la equiparación de la generación de pensamiento a la de la producción de información. Así, se vive en una especie de permanente estado de reality show, en el que lo más importante son las estrategias para situarse en primera línea, aunque se carezca de valía que justifique el protagonismo. El fenómeno es pandémico, y, en el campo de la arquitectura, comprobamos cómo se transmiten sin pudor ideas que se aceptan sin discutir, cómo falsos gurús lanzan espectacularmente sus consignas y cómo desorientados ejércitos mediáticos difunden y magnifican esos postulados irreflexivamente.

 

Apuntaba Peter Sloterdijk en su Crítica de la razón cínica (Siruela, 2003) que, para poder entender las estructuras de la conciencia de la modernidad, se hace precisa una teoría del bluff, del show de la seducción y el engaño. Aun careciendo de esa potencial teoría, esos tres términos designan con total precisión la esencia de una actitud prepotente que se arroga a sí misma el atributo de estar construyendo las visiones de la arquitectura de la era de la tecnología digital.

Estrepitoso fracaso. La primera generación de arquitectos que asumió como propias las posibilidades de los procesos de creación digital fracasó estrepitosamente ante la imposibilidad de haber hecho de los modelos diseñados a través de sus ordenadores edificios que sintetizaran coherentemente los argumentos de sus discursos sobre la tecnología digital. Al margen de sus teorías conceptuales, subordinaron sus posibilidades creativas al poder de las máquinas de cálculo, sin asumir como principio que eran ellos quienes deberían controlar el desarrollo de esos diseños. Propuestas como la Terminal Portuaria de Yokohama (FOA) o la Iglesia Presbiteriana de Nueva York (Greg Lynn) probaron que complejos gráficos y una recargada dialéctica sobre diagramas de flujos o procesos culminaban en un mero formalismo. Estas propuestas fueron fagocitadas por la falta de cultura arquitectónica de sus autores y su mayor preocupación por usar las herramientas de difusión que estaban implícitas en la nueva sociedad, sin percibir que dejaban de lado la necesidad de una formación sólida que les permitiera materializar sus propuestas. La transición de esa primera generación ?que en contadas ocasiones pudo evitar el fracaso en sus propuestas? se concreta hoy con la irrupción de una segunda generación integrada por individuos que crecieron más cercanos a la cultura de lo digital y la hiperinformación, que han hecho de sus herramientas fundamentos indispensables para el diseño, y cuyas primeras ideas arrancan de raíz la hipotética esperanza en que un mayor conocimiento de los medios digitales podría orientar sólidamente una evolución de la arquitectura a través de las herramientas digitales.

De la seducción al feísmo. Las imágenes seductoras que se produjeron en la segunda mitad de los años 90 han evolucionado hoy hacia una sobrecarga propositiva tendiente al feísmo: ejemplos como la esperpéntica Vila Nurbs (Cloud 9), esteticismo creado con el pretexto de una aplicación integral de la tecnología; o Kloverkarreen (BIG), paradigma de soluciones facilistas, parecen haber comprado el paradigma gaudiano en el supermercado a precio barato; productos de la arrogancia de arquitectos más preocupados por demostrar que por pensar, que han ignorado las lecciones con las que podría formularse una nueva arquitectura al rehuir el conocimiento de la Historia, persuadidos de que la naturaleza de la cultura digital y la velocidad de los cambios abre la veda para su incultura arquitectónica.

kloverkarreen

Modelos vanidosos. Arquitectos que creen estar en posesión de una especie de superpoder -y se sienten autorizados para afrontar cualquier desafío- a los que interesa más la cantidad que la calidad de su trabajo. Su paradoja radica en creerse referentes capaces de proponer una arquitectura para su tiempo, cuando lo que en realidad han hecho es convertir en prioridad el ejercer de frívolos seductores, calcando los vanidosos modelos de los actores del star-system, cínico e ideológicamente inútil tras haberse anquilosado en sus propias estrategias de mercadotecnia. Toman y quieren adaptar la realidad sin comprenderla, diseñando modelos complejos facilitados por el avance de la tecnología, pero que adolecen de cualquier sentido del compromiso. Arquitectura de adolescentes idealizándose a sí mismos, que no perciben la distinción esencial entre qué es la experimentación, qué es reflexión y qué es la realidad. Estas manifestaciones son recibidas en los foros arquitectónicos con vanos elogios fascinados, pero también -y más preocupantemente- con un absoluto silencio crítico que las cuestione y exija explicaciones claras sobre sus fundamentos. Los medios simplemente parecen auspiciar el mensaje de que es ésta la forma que orienta la evolución de la arquitectura de hoy. Si la modernidad llamaba al constreñimiento, la era digital ha auspiciado la exacerbación formal; pero no porque se crea que ella conduce a alguna parte, sino porque la tecnología hace fácilmente posible su representación. Feísmo basado en la recreación de formas orgánicas, experimentaciones tintadas de ecologismo de salón que quieren reinventar las posibilidades reactivas de la materia, pretendidos virtuosismos formales…

El sistema decidirá. La laxitud ideológica fomenta la permanencia de este cómodo estado de ambigüedad de legitimación del capricho: «El sistema decidirá cuáles de nuestras ideas podrán sobrevivir o no». Refugiarse en la «inocencia crítica» para argumentar el desinterés por lo precedente y permitirse quebrar la línea de enlace con concepciones verdaderamente radicales para el avance de la arquitectura. Visionarios opinando sobre los «futuros» de la arquitectura y sobre los remotos lugares donde «verdaderamente» se está produciendo la arquitectura del siglo XXI. Escritos confusos con parafernalia retórica: neologismos importados del lenguaje digital que apenas sabemos con precisión qué significan cuando se aplican a los efectos del mundo material.

El tiempo todo lo limpia, y muchos de estos personajes se barrerán a sí mismos. En unos años, nadie recordará a estos arquitectos -como tantas veces ha sucedido-, pero no se recuperará el tiempo perdido ni se acallarán las voces conservadoras que desvalorizan la trascendencia de la tecnología digital como herramienta de pensamiento y creación arquitectónica. Estas especulaciones, que únicamente tienen uso como medios de promoción mediática de un nombre, deberían haber sido concebidas como elementos de experimentación útiles para desarrollar la musculatura del pensamiento contemporáneo, para reconocer y perfilar la esencia del tiempo que aguarda aún la concreción de su arquitectura, y que se produce verdaderamente, pero situada en el distante margen de los cauces arquitectónicos nutridos por el bluff, la seducción y el engaño.

Fte.: http://www.arqa.com/informacion.cfm/n.7952.s.10,42.cfm

 

Contra la espectacularización de la cultura y por la crítica de arte

septiembre 27, 2007

Bajo el título «La critica de arte sometida a la dictadura de los productores culturales», el crítico de arte, profesor y periodista mexicano Magno Fernandes dos Reis nos envía el texto de una conferencia (pinche aquí para leerlo íntegro), que pronunciara los próximos días en el I Encuentro Internacional de Postgrados en Estudios de Arte, a realizar en la Universidad Iberoamericana del 1 al 4 de octubre próximos, en la que se manifiesta claramente contra la espectacularización de la cultura. Para Magno Fernandes, «el productor cultural neoliberal y los artistas juntos someten al crítico de arte a los intereses del mercado para atrapar al público… Las secciones y suplementos culturales de los periódicos y revistas olvidan la creatividad, se distancian del público y se apagan, por lo que el artista se encuentra libre para negociar sus opiniones. Esta crítica sin pasión puede llevar el artista a creer que cualquier cosa es obra de arte, …

La crítica de arte tiene que ser defendida del mercado y el público tiene que ser protegido de la crítica, porque la voz del espectador debe ser escuchada… En el mundo global, los productores culturales ejercen influencia sobre el gusto individual del público. Sin embargo, ellos -los productores culturales- no se identifican con la cultura local y se ocultan en palabras como curaduría, crítica de arte, historia, museología. Por otra parte, los productores culturales, están aliados y son patrocinados por las grandes instituciones para la producción de cultura. En esas exposiciones-espectáculo, las vedettes son los lienzos consagrados por el Mercado Internacional del Arte».

«Hay una relación perversa -continúa Magno- entre los productores culturales, los artistas y los críticos de arte, porque son los productores los que determinan la agenda de los centros culturales y los críticos destinados a escribir los textos propios para el catalogo. Es decir que los productores culturales hacen propuestas artísticas mediante las obras que han sido creadas por otras personas. … Una vez endiosados, los curadores y críticos consiguen todo a través de fundaciones, editoriales, instituciones oficiales y para/oficiales y, de este modo, se convierten en dictadores, pasando de ser críticos de arte a comisarios políticos. Esto ocurre en los medios de comunicación de las principales metrópolis (especializados o no) debido a que los editores de cultura mantienen una relación endogámica con el mundo del negocio del arte. Hay una relación incestuosa entre los Asesores de Comunicación de los Museos y Galerías, y el mundo de la producción (creación) de obras de arte. La publicidad tiene una penetración grande en la producción del conocimiento y de las artes visuales. Antiguamente, había una incompatibilidad ética entre anunciar y escribir un texto de presentación para un catalogo. Pero los centros culturales globalizan no solamente sus exposiciones sino el tedio provocado por las relaciones incestuosas entre coleccionistas e instituciones financieras patrocinadoras. Los medios de comunicación, por su parte, falsifican las exposiciones ya que no es la obra lo que los medios de comunicación nos ofrecen sino una interpretación del evento más que una critica de arte».

«El crítico de arte -reclama el autor- debe retornar a la obra, porque es importante que la opinión del crítico pueda ser cotejada con la opinión de otro espectador. … La preocupación de los productores culturales es crear estrategias para atraer la mayor cantidad de público posible – y, las estadísticas son más importantes que el texto crítico, o sea, los números legitiman la obra de los artistas… La pérdida y la ausencia de la crítica en los medios de comunicación es un desastre para la cultura, … El arte se ha vuelto dependiente de los intereses comerciales y políticos, debido la política cultural de incentivos a creadores. Las secciones de cultura de los periódicos son medios divulgadores y no espacios para reflexión. ¿Dónde se ejerce el pensamiento crítico en la sociedad contemporánea? Con la ausencia de la crítica en los periódicos y revistas no hay interlocución entre arte y sociedad dificultándose la creación de un gran arte. Lo que observamos en las secciones de cultura de los periódicos y revistas es la repetición mecánica de ideas y principios, y el elogio no especializado, ignorante y miedoso».

Y concluye: «Existe un imperio de las vacas sagradas representados por los artistas consagrados por el sistema y legitimados por la crítica de arte y el periodismo cultural. La preocupación central de los editores es atender la agenda de entretenimiento y de espectáculo de los productores culturales… Vivimos hoy la “marginalización” de la actividad crítica y la banalización de la noticia cultural … No es necesario que el crítico de arte venza al mercado, pero sí se necesita que no sea sumiso al mercado para mejorar la salud de la cultura y del arte. Tampoco debe subestimar el lector. En las artes visuales se ha formado una elite que compra arte, expone arte y consume arte además de dominar todo lo que se dice sobre las ediciones de arte ¿y qué son las bienales sino espectáculos que atraen a miles de personas con el objeto de legitimar el precio de las obras de arte en las subastas aun cuando la gran mayoría sale insatisfecha? … El gran problema que el periodismo cultural tendrá que enfrentar es su relación promiscua con los departamentos de Marketing de los Centros Culturales. Aquí, la corrupción es sutil e imperceptible ya que los productores culturales compran espacio en los medios de comunicación y ofrecen transporte y estancia para que los periodistas viajen y entrevisten a sus artistas».

Fte: Arteinformado.com

 

MEXICO: Anatomía de una tentación

septiembre 2, 2007

MEXICO: Anatomía de una tentación.

José María Pérez Gay.

¿Podemos hablar de una norteamericanización de la modernidad? En El Espacio Interior de la Globalización del Capital (Im Weltinnenraum des Kapitals. Suhrkamp Verlag, 2006), Peter Sloterdijk escribió: “En nuestros días ya nadie pone en duda que el capitalismo mundial –aunque tenga un carácter policéntrico– haya elegido ciertos lugares, países y poblaciones. Estados Unidos de Norteamérica se cuenta no sólo entre sus regiones favoritas, sino también ha llegado a ser su domicilio principal. Estados Unidos es el país del mundo moderno que ha constituido –más que ningún otro– un gran espacio de riqueza y prosperidad, representante incuestionable de los procesos de modernización. Aquí se ha construido el palacio de cristal de la nación que recibe a las grandes migraciones”. Así las cosas, podemos afirmar también que –siguiendo la misma argumentación– la mayoría de los habitantes de Estados Unidos tenía no hace mucho tiempo la convicción de sentirse no sólo los agentes de un sistema económico, sino también los portadores de un entusiasmo cuyo nombre irresistible se conoce como The American Dream. La mejor interpretación de ese sueño –que también se llama American Creed– la hizo en su tiempo el escritor Israel Zangwill (1864–1926), autor de la metáfora del Melting Pot, como ha señalado Arthur Schlesinger junior.

Quizá este sueño tuvo en su tiempo tantas definiciones como ciudadanos tenía por ese entonces Estados Unidos. A diferencia de las muchas Letargocracias en el resto del mundo, Estados Unidos era la nación donde cualquiera podía hacer algo nuevo, si quería hacer algo nuevo. De acuerdo con los derechos constitucionales de sus ciudadanos, está presente la expectativa de hallar nuevos espacios que permitieran su ocupación y transformación. Quizá ésta expectativa se llame el “derecho a Occidente” en un sentido no sólo geográfico, ya que Occidente es el símbolo del derecho de pernada sobre la tierra, de las conquistas en territorios desconocidos. Hace unos 150 años se llamaban Oklahoma o California y, en nuestros días, se llaman Irak o la investigación genética, la nanotecnología, la colonización de Marte o la vida artificial.

Los nativos americanos fueron, sin duda, las primeras víctimas, los primeros iraquíes de su historia. La propuesta de John Cadwell Calhoun se convirtió en un principio de la política nacional: el traslado de todos los indígenas al oeste de Mississippi, a los territorios convertidos en reservaciones permanentes. Los iroqueses, cheroquies, wampaanoags, delawares, tuscaroras, narragansetts, yamasíes, senecas, siouxs, hurones, apalaches, susquehannas, todas estas etnias desaparecieron en cruentas batallas, exterminados por la furia de los pioneros o vivieron acosadas por las enfermedades en los guetos llamados reservaciones federales. A partir de 1840, las tierras al oeste de Mississippi fueron arrasadas por traficantes, mineros, jefes militares, granjeros y ferroviarios, quienes lograron persuadir a las autoridades y se repartieron las tierras. Theodore Roosevelt (1858–1919) escribió: “la justicia se encontraba en el grupo de los pioneros, porque este gran continente no habría existido sólo como un gran coto de caza de escuálidos salvajes”. Personajes de la historia estadunidense tan eminentes como John Wintroph, John Adams, Lewis Cass, John Caldwell Calhoun y Thomas Hart Benton afirmaron que una raza primitiva y nómada debía permitir el paso a una civilización cristiana y agricultora. Sus justificaciones las encontraron en innumerables citas bíblicas que, según ellos, demostraban que el pueblo blanco tenía el derecho de pernada sobre la tierra, porque procedía “de acuerdo a las intenciones de Dios todo poderoso”.

De acuerdo con las investigaciones del antropólogo Henry F. Dobyns (Estimating Aboriginal Indian Population, An Appraisal of Techniques with a New Hemisphere Estimate, Current Anthropology, 7. New York, 1966), antes de que los europeos llegaran a Norteamérica los nativos americanos sumaban más de 90 millones de habitantes. La conclusión final a la que llega Dobyns es la siguiente: antes de la llegada de los colonos europeos, el nuevo mundo estaba poblado por unos 90 millones de seres humanos. Una cantidad igual o parecida a la del viejo mundo. Si los cálculos de Dobyns son razonables –y han sido cuidadosamente consideradas por expertos calificados–, hablamos de uno de los exterminios más impresionantes de la historia.

Cuando los nativos americanos empezaron a tener contacto con granjeros, cazadores, pescadores, exploradores y colonos europeos, sucumbieron a la oleada de virulentas epidemias de los siglos XVI y XVII. La viruela, el tifus, la peste bubónica, la gripe, el sarampión, la malaria, la fiebre amarilla diezmaron a millones de seres humanos a lo largo de dos siglos, como sucedió al parecer en menores proporciones durante la conquista de México.

Por ejemplo, la viruela era sin duda la peor, porque en ocasiones volvía con más fuerza la segunda y aun la tercera vez. Al brotar de nuevo la epidemia de viruela desaparecieron poblaciones enteras. No era fácil determinar las densidades de población de los indígenas norteamericanos, las controversias en torno a las poblaciones prehistóricas significaron un dolor de cabeza para los investigadores; pero Dobyns logró demostrar que la población de indígenas en Norteamérica –en los tiempos de la conquista– alcanzaba 9 millones 800 mil habitantes. ¿Qué le sucedió a estos nativos? Los profetas Delaware y Pontiac son los prototipos de jefes indios que se dieron cuenta con una clarividencia casi mágica de la destrucción de sus pueblos por el hombre blanco. Pontiac se convirtió en un gran líder, porque diagnosticó con dolorosa claridad el exterminio de su pueblo en la disputa por las ricas tierras del Medio Oeste.

La respuesta no se hizo esperar: las numerosas bandas de indígenas guerreros se lanzaron a la guerra, asolaron las tierras fronterizas y abrieron el camino de su propia destrucción; los colonos abandonaban distritos enteros pues muchos habían muerto bajo el golpe de las hachas tomahawk y las hogueras que arrasaban las casas y los campos. Ante los ataques indígenas, los valles de los Apalaches fueron abandonados en 1767. A principios de la década de 1900, la población indígena de Estados Unidos se había reducido a unos 250 mil habitantes. A principios de la década de 1970, según las estimaciones de los antropólogos, eran unos 700 mil habitantes. Los nativos americanos no sólo fueron víctimas de las epidemias sino también del fuego de los ejércitos y los colonos. Se trata sin duda de uno más de los muchos genocidios de la historia moderna.

Hacia 1845, John L. O. Sullivan, director del United States Magazine and Democratic Review, al resumir la opinión pública de la gran mayoría de los estadunidenses, escribió ante la anexión de Texas: “las naciones europeas han intentado contrarrestar nuestra política y obstaculizar nuestro poder, limitar nuestra grandeza e impedir el cumplimiento de nuestro destino manifiesto, que significa extendernos por todo el continente para conseguir el desarrollo de millones de personas que se multiplican todos los años”.

Resultado de las tendencias expansionistas y anexionistas ante los países fronterizos, la doctrina del destino manifiesto no fue sino la ideología dominante en los años de la presidencia de James Wood Polk (1845–1849), justificación de la disputa existente con Gran Bretaña por el territorio de Oregon y la anexión de los territorios mexicanos después de la guerra. La traslación tipológica de la idea-creencia de pueblo elegido desde su contexto bíblico al universo político y económico norteamericano, su antropocentrismo teológico, el peligro que significaba modificar el dogma tradicional: el hombre existe para la gloria de Dios por la herejía moderna de que Dios existe para la gloria del hombre.

La mayoría de los manifiestos políticos son una mezcla de tedio y nostalgia. Por un momento, tal vez despiertan verdadero entusiasmo, pero una vez desaparecida su causa inmediata la retórica suena estridente y ampulosa a los oídos de la posteridad. Las excepciones a la regla son escasas. El documento titulado The Unanimous Declaration of the Thirteenth United States of America conserva, como el primer capítulo del mismo manifiesto del partido comunista, gran parte de su fuerza original. Quizá leído hoy es el testimonio más preciso de cómo la idea del “pueblo elegido” –una suerte de superación protestante del carácter excepcional del judaísmo– se convierte en el proyecto del destino manifiesto; sin embargo, ser elegido no es sino la declinación anglo-norteamericana –sostiene Sloterdijk– de la invención europea de la subjetividad, que describe el suceso de la transformación –dentro de la vida común y corriente– en sujetos llamados a participar en una misión íntima, nacional e irrepetible; es también el password, la contraseña norteamericana para desencadenar la acción y participar en el escenario mundial.

(Fuente: La Jornada).

Richard Rorty. Un filósofo contra la filosofía

agosto 14, 2007

No pretendo en estas líneas abordar la obra de Rorty. Deporte y farándula tienen más espacio en las páginas de la prensa que la reflexión sobre las grandes cuestiones. ¡Síntoma de nuestra sociedad!

 

Falleció uno de los filósofos que propuso uno de los conjuntos de argumentos más popularizados para cuestionar el quehacer filosófico y sus pretensiones.

 

A los filósofos, por hábito profesional, nos gusta mordernos las entrañas. Su nombre era Richard Rorty y su obra insignia se llama La Filosofía y el Espejo de la Naturaleza. Obrita que salió bien cara si partimos de las becas y apoyos financieros que él afirma haber recibido para su redacción en el Prefacio.

 

Claro, esa crítica denota mi mentalidad tercermundista, que vivo en un país donde a nadie le pagan para pensar y mucho menos para escribir cosas que valgan la pena. ¡Mis circunstancias, querido Ortega, mis duras circunstancias!

 

Lo que Rorty llama filosofía -previo a su denostación, porque nada más insensato que atacar lo indefinible-, es “un intento de confirmar o desacreditar las pretensiones de conocimiento que se dan en la ciencia, en la moralidad, en el arte o en la religión.”

 

¡Atención! No es que la filosofía -dice el extinto pensador- pretenda suplantar las grandes áreas del conocimiento mencionadas, es que los filósofos y las filósofas se adjudican la tarea de evaluar la validez de los procesos de conocimiento de dichas disciplinas. Una suerte de Suprema Corte de Justicia en los menesteres del conocer. Tarea que él considera absurda.

 

No pretendo en estas líneas abordar la obra de Rorty. Deporte y farándula tienen más espacio en las páginas de la prensa que la reflexión sobre las grandes cuestiones. ¡Síntoma de nuestra sociedad!

 

Provoco a quienes viven para algo más que comer y sentir que busquen el libro y al menos lo vean por encima. Si no se dejan apabullar por las referencias a autores y escuelas filosóficas, que los más jóvenes ni tendrán idea por la explícita exclusión de la filosofía en la educación media en República Dominicana -para facilitar la forja de meseros y bailarinas-, seguro que la lectura de La Filosofía y el Espejo de la Naturaleza puede ser el acicate a un estudio más sistemático de la filosofía, mejor y más maduro que la novelita de Gaarder. Ya que Rorty, en cuanto crítico de la filosofía, es un magnífico filósofo.

 

David álvarez Martín

 

http://www.elcaribecdn.com

El capitalismo, estúpidos, el capitalismo. Entrevista con Zizek

agosto 7, 2007

El capitalismo, estúpidos, el capitalismo

Entrevista con Slavoj Žižek
Sonia Arribas y Howard Rouse

Zizek - Psikeba

 

Comencemos hablando de tus más recientes publicaciones: ensayos introductorios a los discursos y escritos de Robespierre y Mao (Verso, 2007). En estos textos mantienes –como ya hiciste anteriormente con Lenin– que, en cierto modo, hoy día tenemos que «repetir» los gestos revolucionarios de estas dos figuras. ¿Por qué?

 

Es muy simple: son las figuras revolucionarias por antonomasia. Y Mao es la última gran figura. Grande en el sentido de que realmente llevó a cabo una revolución. En una situación como la nuestra, en la que la izquierda no puede hacer mucho, lo importante es mirar al pasado y ver qué es lo que estuvo bien –los grandes momentos emancipadores–, y también lo que salió mal. El éxito y el fracaso son inseparables. Se trata de aislar el momento emancipador, pero analizando al mismo tiempo por qué fracasó de una forma terrible. Por consiguiente, cuando digo «repetir» –ya lo expliqué en el libro sobre Lenin– soy muy preciso; uso esta palabra no en el sentido literal de «hacer lo mismo»; lo que está en juego es más bien el plano teológico de la repetición: Kierkegaard, Walter Benjamin… Es decir, las cosas se repiten porque fracasan. Haces algo mal y tienes que repetirlo para que la segunda vez salga bien. Yo sigo siendo marxista en un sentido irónico: ¿acaso los mejores libros marxistas no son siempre historias sobre un fracaso? Por ejemplo: Trotsky escribió sobre el fracaso de la revolución de Octubre, Marx sobre las causas del malogro de la comuna de París… Siempre se trata de narrar un fracaso; más aún, se trata de corregir los errores. Por ejemplo, a propósito de Lenin, yo no soy uno de esos trotskistas que sueñan que si Lenin hubiera sobrevivido dos años más y hubiese pactado con Trotsky, todo habría ido bien. Eso no es cierto: habrían tenido que enfrentarse a los mismos problemas, la misma situación… Y soy extremadamente crítico con Mao. Mi amigo, el maoísta Alain Badiou, me escribió una carta feroz en la que me atacaba brutalmente porque no le había gustado nada mi ensayo de presentación de los textos de Mao, donde escribo que la verdadera revolución cultural es hoy el capitalismo, que lo que Mao intentó hacer fracasó miserablemente frente al capitalismo.

 

Zizek

 

 

A diferencia de los tópicos liberales o conservadores que sostienen que cualquier deseo de cambio acabará necesariamente en el Gulag, afirmas que Robespierre y Mao fracasaron porque no fueron lo suficientemente radicales. Ni la revolución jacobina de Robespierre ni la cultural de Mao llegaron verdaderamente a intervenir en el nivel de la economía; ambas se quedaron en el nivel de la «pura política». Sugieres incluso que la ferocidad de estas revoluciones fue un síntoma de su fracaso en la transformación de la economía.

 

En el nuevo libro que estoy escribiendo (In Defense of Lost Causes, Verso, 2007) repito irónicamente incluso a Brecht, quien dijo, a propósito de un espíritu malo en un poema japonés, que lo difícil es ser verdaderamente malo. Es decir, lo difícil es ser verdaderamente violento en la historia. Todas las grandes explosiones de violencia que conocemos son fundamentalmente signos de impotencia, fracasos. La furia jacobina (con toda la simpatía que siento por ella –y nadie me va a despojar de mi jacobinismo–) fue tan sólo eso: furia, impotencia. Si tratamos de imponer la igualdad sin cambiar las condiciones económicas, todo lo que hacemos es explotar con furia. Lo mismo le pasó a Mao, e incluso a Stalin. ¿Fueron las grandes purgas estalinistas –tal y como dirían hoy los anticomunistas– el divertimento de un amo supremo? No, la verdad es que el sistema generaba un estado de pánico total. Es interesantísimo leer los nuevos libros que van saliendo sobre el estalinismo, basados en los archivos que se han abiertos recientemente. En ellos se ve que la atmósfera que se respiraba en los niveles superiores de la nomenclatura era de pánico. No había nada de transparencia, nada estaba bajo su control, no sabían lo que estaban haciendo.

 

Regresemos a Mao: a pesar de tus críticas, aprecias muchos de sus logros. Por ejemplo, a diferencia de la ortodoxia marxista –que siempre enfatizó el papel central del proletariado– Mao logró la movilización masiva del campesinado, una clase generalmente considerada conservadora o, cuando menos, apática. ¿Hay equivalentes contemporáneos de ese campesinado de Mao? ¿Quizá el «proletariado informal» de las favelas que describe Mike Davis en Planeta de las ciudades miseria (Akal, 2007)?

 

Para cualquier persona de izquierdas seria, las ciudades miseria y las favelas tienen que ser hoy una fuente de esperanza utópica. Son un fenómeno extremadamente interesante. Estamos hablando de grandes grupos de gente junta, pero no unida por ningún tipo de vínculo religioso o ideológico. Hoy está muy de moda decir –el último Deleuze lo sostuvo en su desarrollo de Foucault– que la sociedad contemporánea ya no se basa en la represión directa, sino en el control, el registro, la administración… El control se incrementa: pensad en Estados Unidos, no creo que haya habido nunca en la historia de la humanidad una sociedad que controlase tanto y con tanto detalle a sus ciudadanos. En las favelas o ciudades miseria el estado ultracontrolador se retira de una parte considerable de su territorio. Los que allí viven son los que Agamben llamaría homini sacer. Son zonas extensas que se están quedando fuera de la soberanía estatal. Ernesto Laclau me ataca en uno de sus textos diciendo que idealizo las favelas, que son realmente lugares de miseria y criminalidad, pero yo soy perfectamente consciente de esa realidad de mafia, economía sumergida, drogas y, en el mejor de los casos, fundamentalismo religioso. Lo que ocurre es que no son sólo eso. La prueba es Hugo Chávez.

 

¿Chávez?

 

Sí, aunque tenga serios problemas con él y no me cuente entre quienes lo ensalzan completamente. Pongamos entre paréntesis los detalles cómicos –el que salga como un payaso en la televisión tres horas todos los domingos, etc.–, eso es lo de menos. Su política exterior es hasta cierto punto una catástrofe. Su acercamiento a Irán y Bielorrusia es una locura. Pero, a pesar de todo esto, creo que ha hecho dos o tres cosas interesantes e importantes. Su primer gran logro (algo que no vale para nuestros países, pero que es crucial en el contexto del Tercer Mundo) fue la movilización política de las favelas, que lo salvaron del intento del golpe de estado. Conozco a gente que lo conoce personalmente y me han dicho que a él mismo le sorprendió. Es decir, no conozco ningún otro movimiento político hoy que haya tenido éxito en la organización y la politización de los excluidos de las ciudades miseria. En Brasil, por ejemplo, y hasta donde yo sé, las favelas están más o menos despolitizadas, llenas de fanáticos religiosos, gángsteres, mafiosos, etc. Hay cierta actitud defensiva, pero no una verdadera politización.

slavoj zizek

El segundo gran logro de Chávez es que, al tiempo que obedece formalmente, más o menos, las reglas de la democracia, también trata de conseguir una movilización política de la gente que evite la necesidad de una organización bajo la forma del partido. Pero, tal y como predije, no puede evitarla completamente: según las últimas noticias Chávez ha constituido un partido. Negri y Badiou se van a horrorizar. ¿No dicen que la forma partido es algo del pasado? Pero, por supuesto, ahora se le viene encima el verdadero problema. Bajo una presión económica grave –boicots, escasez de comida…– tendrá que tomar medidas económicas serias; a partir de ahora se va a dar de bruces con el límite.

 

 

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fte: Círculo de Bellas Artes

El paraíso terrenal es un ideal totalitario

julio 29, 2007

por Tzvetan Todorov

 

“No soy un filósofo”, dice con voz suave y pausadamente el reconocido ensayista y lingüista Tzvetan Todorov en el café de la Contrescarpe. “Me apasiono por cuestiones de política, de moral, de sociedad, de interpretación de la historia… Filósofo es una gran palabra.”

 

Nacido en Bulgaria, en 1939, Todorov vino a París en 1963 para hacer un doctorado. “Bulgaria era un país que formaba parte del bloque comunista, atado a la política soviética… Un régimen totalitario. Pero no me exilié. Llegué a Francia como estudiante”, recuerda.

 

Todorov, para el que no existen los paraísos en la Tierra, dice tener varias vidas. La primera, durante su niñez, adolescencia y juventud, en Bulgaria. Luego, su vida parisiense, en la que mutó lentamente hasta adoptar las características de la vida francesa. Y esta segunda vida tuvo varias subdivisiones, como se ve en sus trabajos.

 

“Hasta 1980, todos mis escritos fueron sobre temas de literatura y lenguaje. Traduje al francés los textos de los formalistas rusos y formaba parte del movimiento estructuralista, en lo que concierne a los estudios literarios y a la teoría general del lenguaje y de los símbolos”, relata, y añade que poco a poco se fue produciendo un cambio en su persona.

 

“Un cambio en mi espíritu, relacionado con el hecho de que ya no vivía más en mi país de origen. En Bulgaria, ocuparse de la ideología o de todo lo que de cerca o de lejos se asemejaba a la ideología era una actividad peligrosa. O bien se vendía el alma y uno se sometía a las exigencias impuestas desde afuera o bien se ponía en peligro el alma porque se afirmaban cosas consideradas heréticas o inaceptables que podían llevar a la exclusión de la comunidad científica o de la comunidad, incluyendo la prisión.»

 

Más de una década después de haber llegado a Francia, Todorov comenzó a reaccionar de diferente manera a su trabajo. Ya no necesitaba estar «alejado de toda interrogación sobre la ideología, sobre las consecuencias públicas y sociales, porque ya no vivía en una sociedad dictatorial y totalitaria, sino en una democracia en donde podía decir lo que quería».

 

Y escribir lo que quisiera? «Es una explicación un poco marxista la que daré, ya que fue mi condición de existencia lo que transformó mi pensamiento», sostiene Todorov entre sorbo y sorbo de un jugo de naranja.

 

Durante la hora de charla que mantuvo con LA NACION, Todorov explicó cómo encuentra un poco de amor cuando cocina y cómo, a pesar de su poco optimismo sobre un mañana mejor, aprovecha cada instante de su existencia para sentirse feliz y realizado.

 

-Cuando comprendió que podía escribir y pensar lo que quisiera, ¿qué fue lo que comenzó a llamar su atención?

 

-Ya no quería limitarme a la teoría de los textos, sino poner mi comprensión al servicio de una reflexión que concerniera a la vida común de la sociedad. Se me impusieron varios temas que estaban más bien vinculados con mi identidad. El primero fue la pluralidad de culturas, tema al cual todo exiliado es inevitablemente sensible. Era sensible a eso por mi propia experiencia, pero no sabía cómo abordarla en mi trabajo. Fue en un viaje a México donde encontré la forma: estudiar el encuentro excepcional que significó el primer siglo del descubrimiento de Colón. En «La conquista de América» hice un estudio de los escritos españoles e indios que describían la percepción del otro. Luego estudié la tradición francesa sobre esa temática en el libro «Nosotros y los otros». Fue una historia no totalmente cerrada en el período estudiado. Quería servirme de la historia de las ideas como un diálogo con el pasado para reflexionar sobre el presente. Este es uno de los grandes temas que continúan preocupándome. El segundo tema que se me impuso es la oposición entre totalitarismo y democracia. Intenté utilizar mis conocimientos sobre la historia europea para ponerlos al servicio de la comprensión del presente y de una reflexión moral, política y estética del presente. Los temas cambiaron desde entonces, pero de esta misma manera continúo abordando el mundo presente.

 

-Se fue acercando cada vez más al presente en sus temas de estudio?

 

-En los últimos años publiqué dos libros que son cada vez de más actualidad, «Memoria del mal, tentación del bien» y «El nuevo desorden mundial». Probablemente la próxima vez escriba sobre el día de ayer. [Se ríe.]

 

En «Memoria del mal, tentación del bien» reflexionó sobre los orígenes del totalitarismo. ¿Cómo lo explica en los tiempos modernos?

 

-El totalitarismo mutó de modo muy importante en la modernidad, desde fines del siglo XVIII, con las revoluciones en los Estados Unidos y en Francia. Cesó el sometimiento a la tradición, se dejó de considerar que son Dios o nuestros ancestros los que nos dictan nuestras maneras de conducirnos y, en cambio, se propuso, e incluso se impuso, que fueran los seres humanos los que decidieran sobre su propio destino. En el seno de esta mutación moderna, el totalitarismo creció como una forma extrema.

 

-Pero ¿cómo nació, con ideas que parecían de signo contrario?

 

-Nació de la nostalgia. El totalitarismo es un intento por restablecer características de la sociedad de ayer en un marco moderno y de someter nuevamente al individuo al grupo e imponer valores únicos a toda la sociedad. Es una especie de proyecto que hoy sabemos que es imposible y trágico. Evidentemente, esta expresión quería corregir los «defectos» de la modernidad. La modernidad tiene defectos: en democracia no vivimos obligatoriamente felices, pero descubrimos con las amargas experiencias totalitarias que el remedio de imponer por la fuerza estas soluciones es un remedio peor que el mal. La democracia no trae soluciones, pero el nazismo, el comunismo y las dictaduras son aún peores que el mal del que nos querían curar.

 

-¿Cree en la democracia como panacea?

 

-No es una respuesta universal: para demostrarlo, están las guerras europeas de fines del siglo XX, que se produjeron fuera del sistema totalitario. Las estudié a la luz de las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki: de cierta manera, creo que es la continuidad de una misma línea, que me parece muy peligrosa y que la guerra de Irak ilustró nuevamente. Es una perversión del espíritu de la democracia, pero no por ello es totalitarismo. En el horizonte del corto y mediano plazo, que es el lapso que podemos abarcar, no veo qué alternativa global puede sustituir al régimen democrático.

 

-¿La democracia sufre perversiones?

 

-La democracia se basa en la idea de igualdad de derechos de todos sus miembros, pero sabemos que, en cualquier país, la igualdad ante la ley no es verdaderamente respetada, ni la igualdad entre los hombres y las mujeres ni la igualdad entre la gente de color diferente, etcétera. Son desigualdades sociales, cosas contra las cuales es indispensable luchar todos los días. Podríamos analizar todas las ideas generales de la democracia y veríamos que se puede llegar mucho más lejos de lo que llegamos. Soy consciente de que la democracia puede ser pervertida.

 

-¿Se puede imponer la democracia?

 

-Este intento de imponer el bien a los otros por la fuerza no produce los resultados esperados. Basta con mirar los casos de Afganistán o de Irak. Es claro que no se instauró la democracia, aunque haya sido el objetivo declarado, y hoy se está, quizá, más lejos de lo que se estaba hace diez años. Pero hay otros problemas, para los cuales no conocemos soluciones. Uno de los problemas estructurales de la democracia es el olvido de los fines y la sacralización de los medios. Cuando uno se ubica en una perspectiva histórica se ve ese gran cambio en la sociedad antigua. La finalidad, el fin, estaba siempre más allá del mundo humano y terrestre. Había que actuar bien para ser dignos de un ideal que nos transmitía una tradición inmemorial, que se decía inspirada directamente por Dios y los profetas.

 

-Desde un punto de vista histórico, ¿cuándo se sacralizaron los medios?

 

-La revolución de la modernidad consistió en sustituir la búsqueda de la finalidad divina por otra totalmente humana. Como se dijo mucho en el siglo XVIII, la felicidad sustituyó a la salvación. De la vida de un buen cristiano, se dejó de lado la salvación y se quiso afirmar el derecho de los hombres y mujeres a la felicidad. Y no sólo a través de lo material, porque el dinero no es suficiente para hacer la felicidad. La felicidad nace de cierta relación humana, de un tipo de inserción del individuo en su entorno humano.

 

-Según su opinión, ¿hoy estamos perdiendo de vista los fines?

 

-Hacemos las cosas simplemente porque controlamos muy bien los medios. Por ejemplo, la economía: es un medio para producir riqueza, pero no debería ser sólo para producir riqueza, sino para hacer que los seres humanos fueran más felices y estuvieran más satisfechos con sus vidas. Sin embargo, muy a menudo lo observamos, queremos que haya crecimiento por el crecimiento mismo, desarrollo por el desarrollo mismo, todo para que la economía sea aún más eficiente. Pero olvidamos preguntarnos para qué. Hacemos gran cantidad de cosas sin tener en cuenta el efecto que tendrán. La comprensión científica se convirtió en una finalidad en sí. ¿Para qué ir a Marte? ¿No hay una mejor finalidad humana para la utilización de los medios? Es un problema inherente a toda vida en democracia esa tendencia a sustituir el desarrollo de los medios en detrimento de los fines.

 

-Quizá sea la ambición de superarse a uno mismo, ese deseo humano de buscar la perfección…

 

-En Rusia, se enviaba a la gente al gulag para «producir hombres nuevos». En Alemania se buscó lo mismo, pero con la selección natural -casamientos entre arios- o la selección artificial, aunque esta palabra tomó un sentido siniestro, porque se llamó así a la exterminación de todos los débiles, los viejos, los enfermos, que fueron enviados a los campos de concentración. Hoy prevalece ese sueño, que no puede ser realidad, de eliminar las imperfecciones del ser humano modificando su genoma, pero es un proyecto peligroso. Esta ideología no es aceptable ni defendible.

 

-¿Cree que la sociedad evoluciona sin rumbo?

 

-La sociedad no está a la deriva, pero pienso que jamás viviremos en un paraíso. No hay que hacerse ilusiones. Es lo que sostengo en mis libros. Montaigne afirma que esta imperfección es constitutiva de la condición humana, porque así estamos hechos. Necesitamos a los otros, pero los otros no se pliegan a nuestros deseos. Por lo tanto, la violencia nos tienta, para imponer nuestros deseos. Disponemos de cierta libertad que nos distingue de todo el resto del mundo vivo, tenemos una gran libertad con respecto a nuestro código genético o a nuestra naturaleza, pero esta libertad puede conducirnos tanto a la generosidad como a la perversión. Las sociedades están hechas de grupos con intereses contradictorios y no se puede satisfacer a todos al mismo tiempo…

 

-¿Cuál es la sociedad ideal, entonces?

 

-Una buena sociedad es la que sabe aprovechar los compromisos entre intereses contradictorios. Si renunciamos a esa visión del paraíso terrestre, que era la que estaba detrás de la política totalitaria, porque soñaba con construir el paraíso terrestre, aunque se renunciara a esa visión, sería indispensable que fuéramos conscientes de los peligros que socavan nuestra existencia.

 

-En «Memoria del mal, tentación del bien», subrayó que no puede haber ideales verdaderos o falsos, sino únicamente más o menos elevados. ¿Puede haber ideales malos?

 

-Por supuesto que sí. Por ejemplo, el ideal de producir el paraíso terrenal puede parecer magnífico, porque se desea que todo sea perfecto y todos vivan en la felicidad, pero en realidad es un ideal mortal. Lo aprendimos a la fuerza. Comprendimos que el ideal democrático, que es mucho menos excitante que la perfección del paraíso, es digno de respeto y hay que defenderlo.

 

-¿Cree que, buenos o malos, hay ideales en nuestra época?

 

-No creo que la sociedad ya no tenga más ideales. La humanidad no puede vivir sin ideales. Si no tuviera más ideales, habría habido una mutación de la especie. Hay momentos de ceguera e inconsciencia, pero uno se puede despertar de esos momentos. Lo que se llamó la politización de la juventud no era maravilloso. Yo lo viví cuando tenía veinte años. Había mucha simplificación, muchos dogmatismos. No era una época ideal. En la época actual se da más importancia a la búsqueda individual de una vida mejor, más bella. Me parece legítimo y corresponde a la democracia. La democracia no ofrece la plenitud a sus ciudadanos. Tener buena seguridad social no lo hace a uno feliz. Tener una jubilación decente no hace que uno se sienta realizado. La democracia es eso: asegurar la jubilación, una buena cobertura médica, buenas condiciones de trabajo, etcétera. Pero ¿y una vez que se obtuvo eso? Era un medio y no un objetivo en la vida.

 

-¿Y cuál es su objetivo?

 

-Lo que se quiere es sentirse realizado; es poder decir que tengo una vida llena de riqueza, feliz, porque amo a los seres humanos que admiro, porque me siento amado, porque escribí las obras que quería escribir, o construí los muros que quería construir, si fuera albañil. Son voces individuales que tienden a la realización personal, y creo que en democracia esas voces son privilegiadas. No hay que menospreciarlas, porque no creo en el mañana perfecto. Todas esas imágenes que alimentaron la primera mitad del siglo XX, en donde se prometía que con un golpe de varita mágica todo se resolvería, no las creo. Más bien creo que cada uno puede trabajar para hacer que su vida sea más satisfactoria.

 

-Muchos encuentran en la religión ese camino a la realización personal?

 

-Lo religioso se convirtió hoy en una experiencia individual, una entre otras. Hoy no vivimos en un marco dado por la Iglesia. Sin embargo, un individuo puede encontrar su consumación interior en una experiencia religiosa, pero otro la puede lograr en el amor a la pintura o la música, o en el jardín de infantes al que va todos los días para trabajar con niños.

 

-¿Esa es su filosofía de vida?

 

-Consiste justamente en hacer el elogio de lo cotidiano, en buscar en la vida común, en la vida diaria, lo que puede embellecerla, hacerla digna de ser vivida.

 

-¿Y lo encuentra?

 

-Intento que mi vida sea tan rica como sea posible, aun en el simple hecho de cocinar. Es una acción que da sentido, porque la comida se hace para los otros, se comparte con los otros, es un don, es una obra efímera que desaparece de la noche a la mañana, es una obra para recomenzar todos los días…

 

Por Patricio Arana
Para LA NACION
Link permanente: http://www.lanacion.com.ar/750752

El sociólogo Ralf Dahrendorf gana el galardón de Ciencias Sociales 2007

julio 12, 2007
El sociólogo británico de origen alemán Ralf Dahrendorf ha sido galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales 2007, fallado hoy en Oviedo.


Considerado uno de los autores fundamentales de las teorías del conflicto social y uno de los máximos representantes del pensamiento liberal europeo contemporáneo, Ralf Dahrendorf se impuso en las últimas votaciones al filósofo alemán Rüdiger Safranski, al lingüista búlgaro Tzvetan Todorov y a la científica italiana Rita Levi-Montalcini.

También eran finalistas el filósofo alemán Rüdiger Safranski, el lingüista búlgaro Tzvetan Todorov y la científica italiana Rita Levi-Montalcini. El jurado, está presidido por Manuel Fraga.

Fotograf�a de archivo (02/10/98) del sociólogo británico de origen alemán Ralf Dahrendorf, que ha sido galardonado con el Premio Pr�ncipe de Asturias
Ralf Dahrendorf

El galardón de Ciencias Sociales, al igual que los otro siete Premios Príncipe de Asturias, está dotado con 50.000 euros, la escultura creada y donada expresamente por Joan Miró, un diploma y una insignia acreditativos.

En los últimos años han sido distinguidos con este galardón los hispanistas Raymond Carr y John H. Elliot, el economista Paul Krugman, los sociólogos Giovani Sartori y Anthony Giddens y la ex presidenta de Irlanda Mary Robinson, que lo ganó el pasado año.

El galardón de Ciencias Sociales es el sexto que se falla este año después de los de Cooperación Internacional (Al Gore), Artes (Bob Dylan), Investigación Científica y Técnica (Ginés Morata y Peter Lawrence), Letras (Amos Oz) y Comunicación y Humanidades, que se concedió la semana pasada a las revistas «Nature» y «Science».

Artículos Relacionados

Slavoj Zizek. Premio Cristóbal Gabarrón de Pensamiento y Humanidades 2007

julio 10, 2007

Slavoj Zizek ha sido galardonado con el Premio Cristóbal Gabarrón de Pensamiento y Humanidades 2007 por la «originalidad de su obra» y por la «atención constante por las culturas de nuestro tiempo».

La Fundación Cristóbal Gabarrón, constituida en 1992 para fomentar la ciencia, el arte y el pensamiento, falló en 2002 la primera edición de sus Premios Internacionales, instituidos entonces con motivo de su décimo aniversario y que pretenden reconocer trayectorias prestigiosas de personas que hayan aportado algo a la humanidad.

Zizek - Psikeba

 

El premio, que se falló hoy en Valladolid, recayó en Zizek por “originalidad y potencia intelectual de su obra que reúne la gran tradición filosófica occidental con una atención constante por las culturas de nuestro tiempo”, según consta en el acta del jurado que seleccionó a ZIzek tras estudiar 22 candidaturas pertenecientes a Cuba, Eslovenia, España, EE.UU., Francia e Inglaterra.

Slavoj Zizek – nacido en Liubliana, Eslovenia en 1949 – es considerado como uno de los pensadores más brillantes del mundo posmoderno, y ha sido investigador en el Departamento de Filosofía de la Universidad de Liubliana (Eslovenia).

 

 

Zizek y el psicoanálisis de orientación lacaniana

Rosa Aksenchuk (compiladora)

 

1. La teoría lacaniana como la principal orientación filosófica de la Escuela EslovenaComo explica Ernesto Laclau[1] . La recepcion que se ha dado a Lacan varía de un país a otro. En Francia, y en los países latinos en general, aún cuando el impacto cultural de la teoría lacaniana se extendió rápidamente a esferas tan amplias como la literatura, la filosofía o el arte, la influencia de Lacan ha sido primordialmente clínica, o sea, vinculada estrechamente con la práctica psicoanalítica. En los países anglosajones, este carácter central del aspecto clínico ha estado ausente en gran medida y la influencia de Lacan ha virado casi exclusivamente en torno a la tríada literatura-cine-feminismo .

A estas distinciones se suma una diferenciación en función de las diversas interpretaciones de la obra lacaniana, además de una serie de intentos de articulación con otras perspectivas filosóficas. En cuanto a la interpretación, se puede distinguir la oposición existente entre las diferentes generaciones lacanianas en Francia. Por un lado, la primera generación de lacanianos hace hincapié en los problemas clínicos y el rol decisivo que desempeña lo Simbólico en el proceso psicoanalítico. Por el otro, la generación más joven liderada por Jacques-Alain Miller, ha tratado de formalizar la teoría lacaniana, señalando las distinciones entre las diferentes etapas de su enseñanza y acentuando la importancia teórica de su última etapa, en la que lo Real ocupa un papel primordial como aquello que resiste a la simbolización.

Dentro de este marco de referencias, la teoría lacaniana es la principal orientación filosófica en Eslovenia. Esta escuela destaca por su originalidad, en especial por dos rasgos primordiales.

Uno de los rasgos que caracteriza a la escuela eslovena es el uso de las categorías lacanianas en el análisis de los textos filosóficos clásicos, sobre todo los de Hegel. El otro se basa en su insistencia en el campo ideológico-político: su descripción y teorización de los mecanismos fundamentales de la ideología (la identificación, el papel del significante amo, la fantasía ideológica); sus intentos por definir la especificidad del «totalitarismo» y sus diferentes variantes (stalinismo, fascismo) y esbozar las principales cracterísticas de las luchas democráticas readicales en las sociedades de Europa del Este. El point de capiton se constituye en un operador ideológico fundamental; como así también las nociones de fantasía y de identificación. La jouissance (goce) les permite entender la lógica de la exclusión que opera en discursos como el racismo.

No cabe duda alguna acerca de la riqueza y profundidad que ofrece la interpretación de Hegel que hace la Escuela de Eslovenia. Su especial combinación de hegelianismo y de teoría lacaniana representa en la actualidad uno de los proyectos teóricos más innovadores y prometedores en el panorama intelectual europeo.

 

2. Zizek lector de Lacan. Aportaciones [2]

El Paralaje
Ante el «No hay», la invención de nuevos conectadores. Preguntas que producen un espacio de problemas. Cambiar de sitio, mudarse. La Paralaje [3] , Desplazamientos, que reproducen y señalan el antagonismo básico en el objeto.

Lo Real lacaniano es inherente a lo Simbólico
Lo Real como externo es la excepción que fundamenta la universalidad, mientras que lo Real lacaniano es inherente a lo Simbólico, es el punto de fracaso elusivo y totalmente inherente, no sustancial, por el cual lo Simbólico es para siempre «no-todo». Dicho de otra manera, no hay Gran Otro.

Acto
Hay actos verdaderos y falsos. La experiencia analítica produce un salto de lo singular a lo universal sin pasar por lo particular. ¿Cómo reafirmar en el terreno político la dimensión adecuada del acto?

Las paradojas
La fecundidad de las paradojas. Las cosas no son así. Son así y de otra manera.

La desidentificación
Mantener una distancia con la propia identidad simbólica.

Lo universal
Mantener la noción paradójica de lo universal como simultáneamente imposible y necesaria.

El sujeto
No es que el sujeto esté limitado: el límite mismo es el nombre del sujeto.

Responsabilidad subjetiva
La posición de verdadera autonomía del sujeto no es «soy responsable de todo» sino más bien «no hay nada de lo cual no sea responsable». Cuyo equivalente es «no soy responsable de todo» precisamente porque no puedo tener una visión global de Todo, no hay nada por lo cual pueda exceptuarme de mi responsabilidad.

La contemporaneidad
Con su amigo Badiou ponen en cuestión lo actual: La realización del mundo como mercado global, el reino indiviso de grandes grupos financieros, etc son una realidad indiscutible y que se ajusta esencialmente, al análisis de Marx ¿Dónde encaja la política en todo esto? ¿Qué clase de política es realmente heterogénea de lo que demanda el capital?

Una nueva universalidad política
Zizek responde: La única perspectiva realista es fundar una nueva universalidad política, que ingrese al goce como categoría. Optando por lo Imposible, asumiendo plenamente el lugar de la excepción, sin tabúes, sin normas a priori «derechos humanos», «democracia» cuyo respeto nos impediría también resignificar el terror, el ejercicio implacable del poder, el espíritu de sacrificio.

Notas:

[1] Laclau, Ernesto. Prefacio al libro «El sublime objeto de la ideología» de Slavoj Zizek. Siglo XXI Edit., Argentina. , p 11

[2] Texto basado en: Lo que el psicoanálisis de la Orientación lacaniana le eneseñó a Slavoj Zizek,El Padre entre psicoanálisis y filosofía. IC, Instituto Clínico de Buenos Aires. Gramma Ediciones, 2006, pp 117-118 Autora: Lucia Blanco. DISPAR 6, Publicación de Psicoanálisis.

[3]El desplazamiento aparente de un objeto, cuando es visto desde dos puntos diferentes que no están alineados on el objeto. Para mayor información ver el prólogo de Analía Hounie al libro de Slavoj Zizek, Violencia en Acto, Editorial Paidós.

 

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